Asociamos el
progreso casi exclusivamente al avance tecnológico, la proliferación de
aparatos y sistemas y su uso por la
mayor cantidad de personas en el planeta.
Nos parecen muy
inteligentes quienes saben manejarse entre IPhones, tabletas, portátiles de
última generación o videojuegos 3D…
Es
alucinante ver cómo los niños agarran una tablet o un teléfono móvil con cortos
años y lo manipulan como si lo conocieran desde siempre.
Y es como si
nuestro avance como humanos estuviera ligado tan solo a estas cuestiones,
haciéndonos considerarnos el ombligo del Cosmos por esta proliferación de
medios de divertimento, negocios y comunicación.
Se le coloca
el apelativo “inteligente” a un coche que aparca solo, a un reloj que sirve de
portátil o a un alimento o crema de cosmética que lleva nutrientes y elementos que,
nos aseguran, nos ayudan a estar fuertes y sanos y más bellos…
Se le añaden
a los alimentos Bífidos, Omega3, Calcio, Oro, Oligoelementos y etc., con el
afán de que en un solo sorbo o bocado del producto, nos llenemos de perfecta energía vital.
Pero por
mucho que queramos disfrazar todo esto de avance en la humanidad, para mí y es
solo mi opinión –visión del asunto, es
un modo más de embrutecimiento, adicción y delirio irreal.
No veo que
se haya desarrollado en igual medida la solidaridad, la compresión, la
tolerancia, el respeto a la diversidad, la colaboración, la búsqueda del
beneficio común, la paz interior y exterior y, englobando todas estas
cualidades, la conciencia.
La
conciencia de quienes somos y qué papel tenemos en el planeta y en la vida.
Típico
ejemplo es el ver cómo, hasta en los lugares más remotos y con inesperados usuarios, se prefiere grabar con
el móvil el accidente o atentado que se está presenciando antes que auxiliar o
remediar a los que lo sufren.
Para rematar,
se sube a YouTube y se vuelve viral, porque una morbosa atracción por
ser espectadores inanimados pero sorprendidos y
meneados por estos acontecimientos. En plan Circo Romano… ¿verdad?
No parece ir
con nosotros. Incluso me atrevo a decir que disfrutamos sádicamente del
horrendo espectáculo de sangre derramada, cuerpos destrozados y ejecuciones
sumarias. Que los medios de comunicación se encargan de repetir en todos los
ángulos, noticias y retransmisiones posibles, curiosamente, dando siempre la
misma interpretación o, incluso, anunciando datos erróneos según se copian unos de otros en dicha
información. Porque no parece haber cabida para los reporteros valientes que sí
desean contar la verdad de los hechos.
La
tecnología sin conciencia y al servicio de una inteligencia selectiva y adicta
a creer que todo es virtual y “videojugable” es un peligroso modo de generar
guerras, enemistades, enfermedades psicológicas, suicidios y todo tipo de
aberraciones y torturas. Por sí misma no nos hace crecer en nuestro ser, solo
en algunas y no muy variadas habilidades. Y entre ellas, no nos estabiliza el
mundo emocional sino al contrario y nos altera y resetea el campo mental, para
que parezcamos más máquinas que seres que sienten, gozan y padecen.
Nuestra
mirada se adapta al pequeño diámetro rectangular de una Tablet o un teléfono de
la última hornada de las grandes marcas y esto se vuelve nuestro mundo.
Es más
importante contestar una llamada o leer un WhatsApp que conversar o estar
atentos a lo que estamos haciendo, como es manejar un volante.
Encuentro
especialmente hilarante el ver a un ciclista hablando por el móvil mientras
pedalea o el que una señora empuje el carro de la compra en el supermercado con
el vientre o la cadera mientras trata de contestar el WhatsApp que le acaban de
mandar.
Me pregunto
si este tipo de progreso no nos está llevando a más desesperación, ignorancia y
abulia.
Queremos estar vitales y supremamente energéticos e invertimos nuestro
tiempo y atención a algo que nos altera las ondas cerebrales, nos roba horas de
sueño, tranquilidad y nos entorpece los pensamientos creativos caleidoscópicos.
Y conste que
soy de las que está encantada con la música de sintetizadores y los vídeos 3D.
Cualquier cosa que estimule mi imaginación, que abra mi percepción a nuevas perspectivas,
que incremente mi curiosidad por saber cómo funciona el mundo y sus seres…¡¡¡Me
entusiasma!!!
Sería una
gozada que usáramos la tecnología para unir pueblos y caminos, para borrar
fronteras y comunicar corazones y sueños. Para viajar verdaderamente a las
estrellas y aprender de otras razas y existencias.
El síntoma
de que eso puede ser el mejor modo de progreso, lo tendremos cuando cesen las
violencias y las desigualdades, cuando todos podamos ser considerados Ciudadanos
de la Tierra de Pleno Derecho.
Con todos
quiero decir todos los humanos, animales, plantas, elementos y vida entera que
estamos asentados en este privilegiado enclave de la Vía Láctea…
No hay comentarios:
Publicar un comentario