domingo, 16 de septiembre de 2018

¡Me declaro "BANDERA BLANCA"!



Estamos seguros y orgullosos de que la (nuestra) civilización avanza, que somos progresistas, hiper-desarrollados e increíbles.
Pero desde el momento en que defendemos una bandera, un pendón, un estandarte o cualquier pedazo de tela con colores y símbolos como si fuera nuestra propia vida y sin piedad…Comenzamos a no tener derecho a ser catalogados como “evolucionados”.

                    
Mientras que, en los pueblos, ciudades, naciones, países, continentes, sigamos matándonos los unos a los otros, compitiendo ferozmente, viendo al otro como amenaza para mi bienestar, mis posesiones, mis creencias, como enemigo, sujeto peligroso o ladrón, demostramos que no hay evolución en absoluto. Estamos en la más tremenda “primitivez”.
Las armas de guerra, un asunto candente. Las llaman de guerra porque no son para hacer el bien sino para MATAR y DESTRUIR.

Algunos tienen su sustento en fabricarlas, otros (pocos) su máximo beneficio económico y exhibición de poder. Se justifica que hay que ganarse la vida… ¿No importa con lo que lo hagamos? Un asesino a sueldo, entonces, es un trabajador luchando por su supervivencia.
¿Es éste el progreso? ¿Dividir, fragmentar, enfrentar, culpar, condenar, asolar, arrebatar?
¿Se construyen armas para el progreso? Dudo que a cualquier otra herramienta que usemos la llamemos arma si no es para producir un efecto doloroso.
“Son proyectiles inteligentes, no van a matar civiles”, como si esos proyectiles no fueran manipulados por humanos. Una justificación preclara para seguir traficando y mercantilizando con armas ¡Pero matarán a militares y destruirán vidas y habitáculos! Al fin y al cabo, matarán.
Son instrumentos de matar ¡Y punto!
“Comienza la temporada de caza…”. Negocio, asesinato en masa consentido, gozado y disfrutado. Son animales, ya ves, no tienen tanta importancia como los humanos, a los que también se caza y asesina de la misma manera.
Armas, armas, armas.
Hasta los avances tecnológicos son armas bélicas. Nos hacen creer que dan comodidad y modernidad y, sin darnos cuenta, permitimos que nos espíen y manipulen a través de ellos, que se generen campos electromagnéticos y ondas perjudiciales y que se establezca una batalla campal en cada hogar por el televisor, el ordenador, la tablet, el móvil, el videojuego (que también son un pozo de violencia y muerte en sí mismos). Sin contar con que, para tener nosotros estos aparatos, hay otros seres que mueren por fabricarlos.
La división, la enemistad, la conquista de las posesiones de otro…Todo ello habla de INVOLUCIÓN. Y quien se crea que es lo contrario, está verdaderamente ignorando la PAZ y el PROGRESO.

Estamos normalizando el asesinato y la guerra (hasta los grabamos con el iPhone en vez de evitarlos), aunándolos con la prosperidad económica, la soberanía y la defensa del honor… ¡Honor!
Ganarse la vida fabricando armas que hacen que otros pierdan la suya ¿No hay mayor sin sentido?
Asesinar a un asesino condenado a muerte ¿No es usar el mismo método cruel para “corregir”?
¿Cuál es la verdadera identidad de un país? ¿Su bandera? ¿Su himno? ¿Sus “colores”?
Se imponen leyes marciales para proteger (impedir y alienar). Se hacer “virales” modas, modismos, aforismos, costumbres, retos que no demuestran inteligencia (caer desde altura por hacerse un selfi-autofoto, por ejemplo), sino que nos vuelven borregos fieles, masa indeterminada, consumidores compulsivos, adictos tecnológicos.
Todo lo que nos hace viajar hacia la inconsciencia-indolencia-anestesia, la pasividad abúlica y la agresividad primaria de supervivencia feroz, nos involuciona.
No nos hemos ganado el título-diploma de EVOLUCIONADOS. No tenemos derecho a ello. Si permitimos que otros mueran, ya no solo por armas, sino por olvido, opresión, pobreza, hambre, abandono, violencia, enfermedad, no tenemos derecho a portar la bandera más simple y hermosa.
La que, todavía, puede hacerse con cualquier trapo o tejido que sea blanco. La que paraliza la contienda y nos vuelve dialogantes, aunque, a veces, sea considerada como signo de rendición.

Me declaro “BANDERA BLANCA”. Y no la colgaré en mi balcón ni la llevaré en mi solapa ni en mi camiseta. Toda yo deseo y anhelo ser esa bandera blanca. Para todo aquel que se acerque a mí, para cualquier país o cuidad que visite o en el/la que viva.
La evolución tiene un equivalente de tres letras, en español al menos: PAZ. Y dejemos de justificar lo injustificable. Matar es matar. Sea de un disparo o de hambre.
Si lo consentimos y de modo cada vez más sofisticado, somos los seres menos evolucionados de este planeta.