lunes, 31 de diciembre de 2018
domingo, 16 de septiembre de 2018
¡Me declaro "BANDERA BLANCA"!
Estamos seguros y orgullosos de que la (nuestra) civilización
avanza, que somos progresistas, hiper-desarrollados e increíbles.
Pero desde el momento en que defendemos una bandera, un
pendón, un estandarte o cualquier pedazo de tela con colores y símbolos como si
fuera nuestra propia vida y sin piedad…Comenzamos a no tener derecho a ser
catalogados como “evolucionados”.
Mientras que, en los pueblos, ciudades, naciones, países,
continentes, sigamos matándonos los unos a los otros, compitiendo ferozmente,
viendo al otro como amenaza para mi bienestar, mis posesiones, mis creencias,
como enemigo, sujeto peligroso o ladrón, demostramos que no hay evolución en
absoluto. Estamos en la más tremenda “primitivez”.
Las armas de guerra, un asunto candente. Las llaman de guerra
porque no son para hacer el bien sino para MATAR y DESTRUIR.
Algunos tienen su sustento en fabricarlas, otros (pocos) su
máximo beneficio económico y exhibición de poder. Se justifica que hay que
ganarse la vida… ¿No importa con lo que lo hagamos? Un asesino a sueldo,
entonces, es un trabajador luchando por su supervivencia.
¿Es éste el progreso? ¿Dividir, fragmentar, enfrentar,
culpar, condenar, asolar, arrebatar?
¿Se construyen armas para el progreso? Dudo que a cualquier
otra herramienta que usemos la llamemos arma si no es para producir un efecto
doloroso.
“Son proyectiles inteligentes, no van a matar civiles”, como
si esos proyectiles no fueran manipulados por humanos. Una justificación
preclara para seguir traficando y mercantilizando con armas ¡Pero matarán a
militares y destruirán vidas y habitáculos! Al fin y al cabo, matarán.
Son instrumentos de matar ¡Y punto!
“Comienza la temporada de caza…”. Negocio, asesinato en masa
consentido, gozado y disfrutado. Son animales, ya ves, no tienen tanta
importancia como los humanos, a los que también se caza y asesina de la misma
manera.
Armas, armas, armas.
Hasta los avances tecnológicos son armas bélicas. Nos hacen
creer que dan comodidad y modernidad y, sin darnos cuenta, permitimos que nos
espíen y manipulen a través de ellos, que se generen campos electromagnéticos y
ondas perjudiciales y que se establezca una batalla campal en cada hogar por el
televisor, el ordenador, la tablet, el móvil, el videojuego (que también son un
pozo de violencia y muerte en sí mismos). Sin contar con que, para tener nosotros estos
aparatos, hay otros seres que mueren por fabricarlos.
La división, la enemistad, la conquista de las posesiones de
otro…Todo ello habla de INVOLUCIÓN. Y quien se crea que es lo contrario, está
verdaderamente ignorando la PAZ y el PROGRESO.
Estamos normalizando el asesinato y la guerra (hasta los
grabamos con el iPhone en vez de evitarlos), aunándolos con la prosperidad
económica, la soberanía y la defensa del honor… ¡Honor!
Ganarse la vida fabricando armas que hacen que otros pierdan
la suya ¿No hay mayor sin sentido?
Asesinar a un asesino condenado a muerte ¿No es usar el mismo
método cruel para “corregir”?
¿Cuál es la verdadera identidad de un país? ¿Su bandera? ¿Su
himno? ¿Sus “colores”?
Se imponen leyes marciales para proteger (impedir y alienar).
Se hacer “virales” modas, modismos, aforismos, costumbres, retos que no
demuestran inteligencia (caer desde altura por hacerse un selfi-autofoto, por
ejemplo), sino que nos vuelven borregos fieles, masa indeterminada,
consumidores compulsivos, adictos tecnológicos.
Todo lo que nos hace viajar hacia la inconsciencia-indolencia-anestesia,
la pasividad abúlica y la agresividad primaria de supervivencia feroz, nos
involuciona.
No nos hemos ganado el título-diploma de EVOLUCIONADOS. No
tenemos derecho a ello. Si permitimos que otros mueran, ya no solo por armas,
sino por olvido, opresión, pobreza, hambre, abandono, violencia, enfermedad, no
tenemos derecho a portar la bandera más simple y hermosa.
La que, todavía,
puede hacerse con cualquier trapo o tejido que sea blanco. La que paraliza la
contienda y nos vuelve dialogantes, aunque, a veces, sea considerada como signo
de rendición.
Me declaro “BANDERA BLANCA”. Y no la colgaré en mi balcón ni
la llevaré en mi solapa ni en mi camiseta. Toda yo deseo y anhelo ser esa
bandera blanca. Para todo aquel que se acerque a mí, para cualquier país o
cuidad que visite o en el/la que viva.
La evolución tiene un equivalente de tres letras, en español
al menos: PAZ. Y dejemos de justificar lo injustificable. Matar es matar. Sea
de un disparo o de hambre.
Si lo consentimos y de modo cada vez más sofisticado, somos los seres menos evolucionados de
este planeta.
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