PALABRAS y SILENCIOS.
Siempre intento reflexionar antes de usarlos. Será porque intuyo que las palabras es el modo arbitrario e irregular de plasmar un pensamiento, un sentimiento, una emoción, un concepto, una esperanza, un tiempo o un espacio. Incluso de plasmarnos a nosotros mismos en lo que creemos que somos.
Y observo como ciertas palabras incluidas estratégicamente en una frase son usadas para generar tranquilidad, confianza, fiabilidad, despreocupación, certeza, protección...Otras para generar desconsuelo, miedo, inseguridad, dolor, hastío, incredulidad, obligación, pena, irreparabilidad...
Dentro de las primeras pondría a: Ciencia, Razón, Realidad, Legalidad, Acuerdos, Salud, Sano, Justicia, Democracia, Constitución ,Política, Espíritu, Libertad, Derechos Humanos, Belleza, Amor...Cuando se pronuncian estas palabras, nos relajamos y confiamos: "Está probado científicamente", "Es lo razonable", "Soy realista, tengo los pies en la tierra", "Esto está dentro de la legalidad", " La OMS dice que genera salud y que es sano", " La justicia lo decidirá" "Seamos justos...", "Estamos en democracia y eso no puede ocurrir", "Lo hice por amor", "Es un espíritu libre".
Mejor no sigo, porque reproduciría calcadamente a lo que se considera normal y socialmente aceptable. Y no puede ser cambiado o se resquebraja la estabilidad de la trama.
Y luego, llegan las palabras terribles, que, curiosamente, casi nunca necesitan una frase. Se bastan ellas solas para dejarnos sin argumentos: "Crisis", "Prima de riesgo", "Epidemia", "Guerra", "Enfermedad", "Cáncer", "Delirio", "Irrealidad", "Fanatismo", "Ruina","Pobreza" "Hambruna", "Muerte", "Conspiración", "Crimen" y un sin fin más de conceptos atados a nuestro subconsciente, que tienen esa capacidad de cambiarnos el chip y dejarnos inermes y ¿aceptantes? de nuestra ineptitud y pequeñez.
¿Somos conscientes de lo que una palabra leída, escuchada, dicha, escrita o callada y borrada en un determinado momento puede ocasionar? ¿Nos damos cuenta de cómo son usadas para dirigir toda nuestra existencia desde fuera y para generarnos tremendas comezones mentales o emocionales en nuestro interior?
¿Y qué decir de un SÍ o un NO? ¡Se gana o se pierde el Universo con estos monosílabos! ¡Vivimos o nos dejamos morir dependiendo de ellos!: "¿Me quieres?" "¡Sí!", "¿Esto tiene cura?" "¡No!". O dicho al contrario: "No te quiero", "Sí, hay cura".
Mientras escribía esto último, se me ha representado cada palabra como estas bombas que todavía se encuentran bajo las ciudades y terrenos, encontradas al realizar excavaciones. Bombas tremendas provenientes de antiguas batallas y que no han explosionado ¡Cuidado con ellas! Pues, si no se sabe como manipularlas, pueden hacer el daño para el cual habían sido creadas hace mucho tiempo, en el presente.
Palabras...¡Qué arma más delicadamente sibilina! Ya el Verbo fue el "causante" de la formación del Kosmos y de la división del Cielo y la Tierra.. Da mucho que pensar ese dicho oriental que aconseja que "Si tus Palabras son más hermosas y sabias que el Silencio, dilas. Si no, es mejor que quedes en Silencio".
Una de las escaseces más acuciante que tenemos es eso: ¡Nos falta el Silencio! Los Silencios.
¡Cuánto nos puede decir un silencio!¡Cuánto nos puede concienciar! Por eso nuestras ciudades están llenas de ruidos, hablamos sin parar para no sentir ni reflexionar ni tomar conciencia.
Un silencio es un fractal del Vacío.
¡Qué pánico eso de descubrir que venimos del Vacío y que el Vacío es lo predominante! ¡Qué horror sentirnos vacíos, que nuestra cuenta corriente esté vacía, que nuestro frigorífico esté vacío, que nuestro paquete de tabaco o nuestro depósito de gasolina estén vacíos...!
Decimos: "Mira..¡Más vale pájaro en mano que ciento volando!". El caso es no tener las manos vacías. Es más seguro que algo esté "lleno". Por lo menos, da un poco de tranquilidad. O eso parece.
A través de las palabra, todo el sistema político, empresarial, estatal, legal, religioso, estudioso, sanitario y multitud de estamentos y sociedades influyen en "la masa de población", llevándonos y trayéndonos por donde ellos desean que vayamos ¡Y nosotros nos dejamos llevar!
¿Dónde está ese duende interno que nos susurra que leamos y escuchemos "entre líneas"? ¿Qué hay entre una línea y otra? ¡Vacío! ¡Silencio! La nota que no se da, el descansillo de la escalera, lo que deja la puerta que se abre.
Sí, y uso esta afirmación para manifestar mi meditada decisión, tendré cuidado con mis palabras y con mis silencios. Porque usarlos de modo inadecuado producirá una disarmonía-desafinación en la partitura de vida que estoy componiendo, para mí y para todo lo que me rodea, para esta existencia y este planeta con todas sus riquezas y soledades. Y quiero hacerlo medianamente bien.
¿Quién se anima?